SALVE MARINERA A LA VIRGEN DEL CARMEN

viernes, 12 de julio de 2019

VISITA A LA VIRGEN DEL CARMEN PARA LOS 9 DÍAS DE LA NOVENA




VISITA  A LA VIRGEN DEL CARMEN
EN SU NOVENA
Para todos los días de la Semana

ACTO DE CONTRICIÓN

Jesús de mi alma, Dios mío y redentor mío, postrado a vuestros  pies, vengo a pediros perdón de mis pecados.
Perdón, Jesús mío, perdón, ya no quiero ofenderos más cuando os veo clavado en la cruz, y coronado de espinas, y vuestro cuerpo despedazado por los azotes, me avergüenzo de pensar que todos esos dolores y padecimientos son causados por mis pecados; y cuando mi alma os considera sacramentado por mi amor, esperando un día y meses y años, en el rinconcito del sagrario, a que os entregue el corazón, me confunde Jesús mío, según vuestra gran misericordia y según la inmensidad de vuestras conmiseraciones; me pesa, Señor, de haberos ofendido por ser vos mi Dios, mi bien, mi amor y mi vida; pésame, Dios mío, porque, con mi pecado, mi corazón se hubiera perdido para siempre en los tormentos del infierno. No sean inútiles  para mí vuestra sangre. Salvador mío, ni las aflicciones de vuestro dulcísimo corazón; sálveme yo, Jesús mío. Ayudadme con vuestra divina gracia; sin ella, nada puedo, nada soy; con ella todo lo puedo; con vuestra ayuda prometo no ofenderos, Dios mío. No, Jesús Mío, no; no más pecar; vuestro, para vos  nací. ¿Qué queréis de mí? ¿Mi corazón?, ¿mi vida?, ¿mis pensamientos?, ¿mis deseos? Todo es para Vos, Rey mío. En vuestras manos me pongo y en vuestra misericordia confiado espero veros y gozaros en el cielo. Amén.


VISITA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL CARMEN

Dulcísima madre mía del Carmen, aquí vengo a visitaros para recordar vuestras finezas con vuestros cofrades, ¡Ay, ternísima Reina mía y vida de mi alma! El Escapulario que veo en vuestras purísimas manos, y que llevo yo sobre mi pecho, me recuerda vuestro amor y ternura. El Escapulario, dijisteis, es signo de salud, amparo en los peligros, prenda de paz; el que muera con él, no padecerá las penas del infierno. Estas palabras, Madre de mi alma, son para mi corazón dulzura y esperanza. El Escapulario bendito es signo de todo vuestro poder y de toda vuestra misericordia: ¿Qué temerá mi alma vestida con esta impenetrable malla? Si me aflige la enfermedad de la tibieza o del desaliento, si mis fuerzas decaen llevando mi cruz, hallo en él un signo de salud; si se levantan contra mí el mundo y la carne, y el demonio con sus tentaciones y atractivos trata de seducirme, encuentro en él un amparo en los peligros. Si María está en mi favor, ¿qué podrá nadie contra mí? En medio de tan rudos combates, y gracias a este sagrado signo de paz, mi corazón estará tranquilo, porque este Escapulario me dice que sois mi Madre, y mi Madre no permitirá jamás que su  hijo se condene ¿verdad que no, Madre mía? ¿Verdad, Reina de mi alma, que guardaréis mi corazón como vuestro? ¡Ay, Madre mía, qué buena sois! ¡Qué corazón más tierno el vuestro...! ¡Oh, Reina del Carmen! ¡Por qué no os he conocido antes...?

Antes de marcharme de vuestra presencia, quiero pediros una gracia, y es que así como yo os visito como cofrade fiel, Vos, Madre mía, me visitéis como Señora y Reina en aquellos momentos en que me vea solo a las puertas de la muerte. No me dejéis en aquella hora tan terrible; acordaos entonces de que soy vuestro hijo, para que tenga la dicha de morir amparado por vuestro amor y misericordia de Madre.
  



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