Visita a la Virgen del Carmen
Saludo
Virgen del Carmen queridísima: Venimos a visitarte y a dedicarte estos momentos con la misma ilusión con que un día visitaste Tú el hogar de tus primos Zacarías e Isabel; ¡Qué ilusión les produciría tu visita, cuando todos –hasta el pequeño Juan que ella llevaba en su seno- se estremecieron de gozo! ¡Cómo entonarías tu Magnificat para que Isabel te saludase con aquellas palabras que ahora hacemos nuestra! : ¡Dichosa Tú, que has creído, por que lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!
Madre, eso es justamente lo que venimos a pedirte ahora: Que nos consigas del Señor una FE como la tuya.
Una FE contemplativa y silenciosa para pasar la vida escuchando la Palabra de tu Hijo y guardando todo cuanto la vida nos depare para meditarlo, bajo su luz, en nuestro corazón.
Una FE hecha disponibilidad para ser capaces de decir “Sí” cada vez que nos visite el ángel del Señor con el anuncio de alegrías o penas, de salud o enfermedad, de fervor o sequedad.
Una FE traducida en voluntad de servicio, visitándote, no sólo a ti, sino cuantos hijos tuyos y hermanos nuestros necesiten algo de nosotros.
Una FE, en fin, todo lo difícil y oscura se quiera, pero que nos dé “seguridad y certeza”, ya que “todo lo que nos ha dicho el Señor... ¡se cumplirá!”
(Hagamos ahora una pausa de silencio contemplativo)
Invocaciones
Madre del Carmelo, tú que trenzaste con tu “Maganíficat” el canto de alabanza más bello que una criatura puede dedicar a su Creador, haz que convirtamos cada día de nuestra vida en una oportunidad para cantar todas las cosas grandes que Él hace cada día en nosotros.
Dios te salve, María...
Madre del Carmelo, tú desde Caná estuviste siempre atenta a las necesidades de tus hijos, y dijiste a aquellos camareros que “hiciesen lo que Jesús les dijese”, ayúdanos a estar atentos a las necesidades ajenas y a recordarnos siempre la voluntad.
Dios te salve, María...
Madre del Carmelo, Tú que acompañaste los pasos de la primitiva Iglesia perseverando con todos en la oración, haz que nuestras reuniones eclesiales de hoy no sean sólo lugares de estudio y trabajo sino también “climas y escuelas de oración”
Dios te salve, María...
Adiós Virgen del Carmen
Adiós Madre querida. Llega el momento de volver a nuestras ocupaciones habituales. Gracias por estos minutos que nos has concedido para poder sentirnos ante tu encantadora presencia. ¡Ojalá podamos volver lo antes posible! Que nunca nos contentemos, sin embargo, con el mero asombro ante el encanto de tus virtudes ni con el calor de tu cercanía, sino que ambas cosas nos sirvan para conocer mejor la voluntad de tu Hijo Jesús, y de estímulo e intercesión para podré cumplirla. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
(Finalizar con la recitación o el canto de la Salve)
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