Por la señal, de la santa
Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
(Ofrecimiento*)
Dios mío, me arrepiento de
todo corazón de haberte ofendido, porque eres infinitamente bueno.
Dame tu
santa Gracia para no ofenderte más. Amén.
Dulcísimo Jesús mío, que para
redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos,
entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como
inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y
acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con
azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una
púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado
en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándote a beber hiel y
vinagres y herido el costado con la lanza.
Libra, Señor, -por tantos y tan
crueles e intensos dolores como has padecido por nosotros-, a las almas del
Purgatorio de las penas en que están.
Llévalas a descansar a tu santísima
Gloria, y sálvanos, por los méritos de tu sagrada Pasión y por tu muerte de
cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión
de aquel Reino, adonde llevaste al buen ladrón, que fue crucificado contigo,
que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre Todopoderoso y Eterno:
te ofrezco por las manos purísimas de Nuestra Señora, todas las Santas Misas
celebradas hoy para tu mayor gloria y por la redención de las Benditas Almas
retenidas en el Purgatorio.
Humildemente te suplico que
tengas piedad de Ellas y les perdones sus pecados mediante los méritos de Tu
amadísimo Hijo.
Para compensar la alabanza,
el agradecimiento, el amor, el honor y los méritos que estas almas omitieron
manifestar y acumular en su vida terrenal, te ofrezco toda la alabanza, el amor, el
honor, el agradecimiento y los sufrimientos con los que te honraba Tu Hijo
mientras estaba en la tierra.
Como recompensa por todas
las faltas y omisiones que estas almas demostraron en este mundo, te ofrezco el
celo fervoroso que profesó Tu Hijo Amado en sus obras, y en las obras que Él
mismo renueva y alza hacia Ti en todas las Santas Misas.
Por la purificación de las
manchas de los pecados que todavía persisten en las Benditas Almas del
Purgatorio, te ofrezco la Sangre Divina que derramó Tu Hijo y que derrama cada
día sobre nuestros altares.
Como redención por todas las
penas y castigos que sufren las Almas purgantes, te ofrezco la Dolorosa Pasión
y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, que se renueva en el Santo Sacrificio de
la Misa.
Finalmente, para poder
apaciguar Tu rigurosa Justicia, te ofrezco todas las virtudes y méritos
ejercidos y adquiridos por las Almas de Purgatorio durante su vida en la
tierra, juntamente con las virtudes y méritos de la Virgen Santísima Nuestra
Señora, de todos los santos, Bienaventurados y Almas Víctimas que suplen los
méritos y obtienen la liberación de aquellas Almas Benditas retenidas en la
cárcel de amor que es el Purgatorio.
V. Te
adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al
mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Algunas
almas son "condenadas a muerte" en vida, ya que deben padecer la
muerte lenta de una enfermedad.
¡Ojalá que pudieran estas almas comprender el
valor inmenso que tiene el sufrimiento ante los ojos de Dios! El sufrimiento
nos asemeja a Cristo Redentor.
Se puede redimir con el sufrimiento los propios
pecados y los del mundo entero. Dicho de otra manera: se puede pagar el
Purgatorio con ese sufrimiento.
Se puede pagar el Purgatorio en vida... Y como
es tal el valor del sufrimiento, también se puede redimir a las Almas del
Purgatorio. Cristo sufrió por nosotros. Nosotros podemos sufrir por los demás.
¡Bendito
el misterio inmenso del sufrimiento humano!
Señor,
pequé, ten misericordia de mí. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Las
Almas del Purgatorio cargan con la cruz de sus propios pecados. Comprenden que
deben limpiar sus faltas hasta alcanzar la purificación completa.
En el Cielo
no existe ni un ápice de pecado. Nadie puede entrar con "las manos
sucias". Algunas purificaciones se vuelven muy largas, al igual que hay
enfermedades que requieren mucho tiempo de curación.
Sin embargo, estas almas
viven de la "Esperanza"... Esperan...sabiendo que tienen por premio
los Bienes Eternos. Esperan...que sus hermanos, los hombres que están envueltos
en los quehaceres del mundo, las recuerden y les ayuden con sus oraciones y
sacrificios a "pagar " pronto la deuda.
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Primera
"caída" necesaria: Caer de rodillas, en actitud de pedir perdón.
¡Señor, perdón, he pecado contra el Cielo y contra Ti!... (LC 15,21).
Igual que
el hijo prodigo. Regresar al Padre y con Humildad, pedir perdón a Dios.
Primer
paso necesario para lograr la purificación: la Humildad.
El
primer pecado, el de Lucifer fue la soberbia. El antídoto contra la soberbia es
la virtud de la Humildad. Primer requisito... primera caída necesaria. Pongamos
en práctica en vida esta virtud, para que cuando nos llegue el momento estemos
entrenados...
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Nuestra
Madre visita las Almas del Purgatorio. Ella cumple lo que promete. Su visita es
como un refrescante refrigerio en medio de tanto sufrimiento.
Las madres
siempre están con sus hijos. María estuvo con su hijo durante su Pasión,
durante su Vía Crucis... María no abandona a sus hijos que aun recorren el
camino del dolor.
Mensajera, medianera...
Salud de los enfermos...
Refugio de
los pecadores...
Consoladora de los Afligidos...
¡Gracias
Madre por tu Consuelo!
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Simón
de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz... Todos nosotros podemos ser cirineos
para las Almas del Purgatorio y ayudarles a cargar su cruz ofreciendo
sacrificios y oraciones por ellas.
¿Cómo?
Ofreciéndoles los regalos de los Reyes Magos: Oro, Incienso y Mirra.
Oro: Los
méritos de Jesucristo, María y los Santos que a través de la Misa y las
Indulgencias son como oro puro. El regalo más preciado: La Santa Eucaristía.
Incienso: Sube
al Cielo el olor sagrado de la oración, que al quemarse lentamente sobre los
carbones encendidos de la Caridad, despiden la exquisita fragancia.
Mirra:
Asociada desde tiempos remotos con el sufrimiento. ¿Y qué representa la mirra
para las Almas del Purgatorio? Un regalo muy preciado... nuestros sufrimientos,
nuestras penas, nuestros trabajos, angustias dolores!... Ofrecidos con
amor...por ellas.
Señor,
pequé, ten misericordia de mí. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
El
detalle de amor que tuvo esta mujer con Jesús le valió el premio de poseer sus
rasgos. Cada vez que obramos con caridad para las Almas del Purgatorio -que
están viviendo su propio Vía Crucis-, el Señor por premio imprime sus rasgos en
nuestra alma...para que poco a poco vayamos asemejándonos a El... pues en el
Cielo solo entra el que se parece a Cristo.
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Segunda
"caída"... necesaria.
Nuevamente, de rodillas..., esta vez pidiendo
perdón por haber faltado a la caridad con el prójimo!
Son tantos los pecados
contra la caridad... la falta de caridad! Cuanto más se van adentrando estas
almas en su purificación, tanto más comprenden con mayor profundidad los
alcances que tuvieron sus faltas de caridad...y eso, les produce un dolor
inmenso.
Dolor necesario... dolor purificador... Y los pecados contra la
caridad son de los que más purificación necesitan, puesto que ya estábamos
advertidos por el mismo San Pablo varias veces...
"...si
no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe."
"...si
no tengo caridad, nada soy."
"...si
no tengo caridad, nada me aprovecha."
"Ahora
vemos en un espejo, en enigma.
Entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco de
un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido."
"Ahora
subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas,
es la caridad." (1Cor: 13)
¿¿¿Qué
más se puede agregar a esto???
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Las
hijas de Jerusalén son como las almas buenas que lloran por los difuntos.
Y las
Almas del Purgatorio las animan a no desperdiciar el tiempo en lamentos
inútiles, en cambio las invitan a transformar su llanto en acciones positivas:
en llanto de arrepentimiento por sus pecados y los de sus hijos; en oración
y buenas acciones que purifiquen sus corazones de antemano para evitar
tener que pasar por ese martirio.
¡Realizar el Purgatorio...en vida!
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Con una
claridad adquirida por la perfección, las almas pueden conocer en plenitud sus
faltas de omisión.
Tercera "caída" necesaria. "...Todo lo que
pude haber hecho y no hice...Tantas cosas que si yo hubiera hecho el mundo
habría sido mejor para todos."
Esa
miopía espiritual que acompañó a esa alma durante su vida terrena, ahora se
convierte en una maravillosa perspectiva...en la que se mira "con lujo de
detalles" lo que pudo haber sido y no fue, causándole un arrepentimiento
profundo.
Pecados
de omisión...aquí se encuentran la mayoría de las faltas cometidas.
Otra
vez... ¡cae de rodillas!
Perdón, Señor, por todo el bien que dejé de hacer... perdón,
Señor... por mi culpa muchas almas no se acercaron a Ti... por mi culpa, muchas
almas no llegarán a salvarse.
V. Señor,
pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de
nosotros.
Padre
Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
El
Señor lo dejo todo, hasta lo poco que tenía...
Todo
el "equipaje psicológico" que se vino..., está estorbando.
Muchos
apegos, prejuicios, recuerdos dañinos...
Todo aquello que se debía haber
resuelto en vida, se vino a resolver al Purgatorio. Son como ataduras, que no
dejan el alma libre para elevar su vuelo al Paraíso. Nada de eso puede traer
beneficio. Es lastre para el espíritu.
Pero hasta que el alma este plenamente
convencida... puede dejarlo. Es un proceso, que puede empezar en vida, o si no,
el día que dejemos este mundo nos iremos con los "vestidos " que en
ese momento llevamos puestos.
¡Desnuda
mi alma, Señor, de cualquier apego terreno para volar libremente a tu presencia
cuando me llames!
V. Señor, pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Jesús
dice: "Pueblo mío ¿Qué te hice o en qué te he ofendido? ¡Respóndeme! (Miq.
6,3).
Las
Almas del Purgatorio dicen: ¡Dios mío! Porque te he ofendido... ¡Perdóname! Y
abren sus brazos para fundirse en la cruz del sufrimiento... ¡voluntariamente!
El
Señor amó la cruz. ¡Ama la Cruz!...porque sabe que es signo de Redención,
aunque ello implique un terrible sufrimiento.
Y para las Almas del Purgatorio
es signo de liberación, aunque ello implique un doloroso sufrimiento. Doloroso,
para poder purificar su alma.
Pero,
sin ese sufrimiento, sin esa cruz, no serían dignas de entrar en la presencia
de Dios.
Nosotros
podemos amar la cruz de cada día y comprender en su profundidad, que
representa... ¡perfeccionamiento en vida!
Podemos cada día crucificar nuestro
yo junto a Jesús, para lograr, por sus méritos -no los nuestros- morir al
pecado.
V. Señor, pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Ellas,
al igual que Jesús, tienen su agonía en el Gólgota! Y-pienso en voz alta- que
el lugar de las crucifixiones no podía ser un jardín... ¡posiblemente era un
basurero!
La comparación es muy exacta, las Almas del Purgatorio deben
deshacerse de la basura -poca o mucha- que entró por los sentidos y formó una
costra gruesa.
Eso conlleva a una "muerte lenta", porque a fuego
lento se queman los residuos de soberbia y de impureza... ¡hasta no dejar
nada!.
Las cremaciones...se realizan a fuego lento.
No
permitamos a nuestra soberbia, a nuestros instintos... ¡almacenar! en nuestras
almas todo lo que desean, puesto que, se muere al pecado hasta que todos los
actos, si, ¡todos! hayan quedado purificados.
...si
tu ojo es motivo de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el
Reino de Dios, que con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano
no muere y el fuego no se apaga, pues todos han de ser purificados con fuego.
(Mc 9,47)
V. Señor, pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
María
viene al encuentro de las Almas que han muerto al pecado. Su purificación ha
sido completa.
Su entrega: ¡total!, al igual que su amado Jesús.
Y
esta madre Consoladora de los afligidos sostiene en sus brazos el alma
adolorida, pero ¡gozosa!, cansada... ¡pero libre! para escoltarla por la puerta
grande de los triunfadores.
V. Señor, pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
En las
aguas del Bautismo fuimos sumergidos para entrar a la gracia. En las aguas
medicinales de la purificación se sumergen las Almas del Purgatorio, antes de
entrar en el Paraíso. Sepultura que da vida. Sepultura que no corrompe sino
purifica. ¡Bendita sepultura!
Ayúdame,
Señor, a sepultar en vida mis pecados, mis apegos desordenados y todo aquello
que me aleje de Ti.
V. Señor, pequé, ten misericordia de mí.
R. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
V. Te adoramos oh, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. R. Amén.
Dios misericordioso, que nos perdonas
y quieres la salvación de todos los hombres, imploramos tu clemencia para que,
por la intercesión de María Santísima y de todos los santos, concedas a las
almas de nuestros padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores, que han
salido de este mundo, la gracia de llegar a la reunión de la eterna felicidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para
ganar las Indulgencias concedidas al rezo del Vía Crucis, roguemos por la
persona e intenciones del Sumo Pontífice.
El Señor lo vivifique con su
Aliento Divino, lo colme de sus dones, lo fortalezca, lo haga santo y feliz en
la tierra y no permita que caiga en manos de sus enemigos.
Oremos: Dios, que en tu
providencia quisiste edificar tu Iglesia sobre la Roca de Pedro, Príncipe de
los Apóstoles, mira con bondad a nuestro Papa Francisco, y Tú que lo has
constituido sucesor de San Pedro, concédele la gracia de ser para tu pueblo
principio y fundamento visible de la unidad de fe y de comunión. Por Cristo
Nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro, Ave María,
Gloria.
San
Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra las
perversidades y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su
admirable Poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia
Celestial, con el poder y la fuerza que Dios te ha conferido, arroja al
infierno a satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para
la perdición de las almas. Amén.
(Aunque no es obligación, se
puede continuar con gran provecho la práctica de rezar esta oración después de
la Santa Misa como se hacía antes del Conc. Vat. II.)
Oh
gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos
celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor,
terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales.
Humildemente te rogamos,
te dignes librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu
favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable
protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos
esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la
muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus
asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de
toda culpa, ante la Divina Majestad. Amén.
+ Por
la señal, de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
Padre Eterno, yo te
ofrezco la Preciosísima Sangre de tu divino Hijo Jesús, en unión con las misas
celebradas hoy día a través del mundo, por todas las benditas Almas del
Purgatorio y por la conversión de todos los pecadores del mundo.
Para
desagraviar por los pecadores en la iglesia universal y por aquellos en propia
casa y dentro de mi familia. Amén.
(El
Señor dijo a Santa Gertrudis, la Grande, que esta oración libera 1,000 Almas
del Purgatorio.)
Madre, llena de dolor, haz Tú
que cuando expiremos. Nuestras almas entreguemos, por tus manos, al Señor.
Si
por tu Sangre Preciosa, Señor, los habéis redimido. Que les perdones te pido,
por tu Pasión dolorosa.
V. Dales,
Señor el descanso eterno.
R. Y brille para ellas (las almas del
purgatorio) la
Luz Perpetua.
Que
las almas de los fieles difuntos, por la gran Misericordia de Dios, descansen
en paz. Así Sea.
Que
el Señor les de Su Paz. Y la vida eterna.
EL
HERMANO ESTANISLAO
(1903 - 1927)
A la edad de 18 años, un joven
español ingresó al noviciado de los "HERMANOS DE LAS ESCUELAS
CRISTIANAS", en Bugedo.
En la vida religiosa, este joven tomó los votos de
religión que son: el cumplimiento de los reglamentos; avanzar en la perfección
cristiana; y alcanzar el amor puro. El mes de octubre de 1926, este hermano se
ofreció a Jesús por medio de María Santísima. Poco después de haber hecho esta
donación heroica de sí mismo, el joven religioso se enfermó y fue obligado a
descansar. Murió santamente el mes de marzo, 1927.
Según el maestro de
novicios, este religioso era un alma escogida de Dios; y que recibía mensajes
del Cielo. Los confesores del joven, así como los teólogos, reconocieron estos
hechos sobrenaturales como actos insignes.
El joven se llamaba Hermano
Estanislao. El director espiritual del Hermano Estanislao le había ordenado a
escribir todas las promesas transmitidas por NUESTRO SEÑOR.
Esto sería para el
bien espiritual de los que fueran devotos al VÍA CRUCIS. Las promesas son las
siguientes:
1.
Yo concederé todo cuanto se Me pidiere con fe, durante el Vía Crucis.
2. Yo prometo la vida eterna a
los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Vía Crucis.
3.
Durante la vida, Yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en
la hora de la muerte.
4.
Aunque tuvieran más pecados que las hojas de la hierba que crece en los campos,
y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta
devoción al Vía Crucis.
(nota: Esta devoción no elimina la obligación de
confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa
Comunión.)
5.
Los que acostumbran rezar del Vía Crucis frecuentemente, gozarán de una gloria
extraordinaria en el Cielo.
6.
Después de la muerte, si estos devotos llegasen al Purgatorio, Yo los libraré
de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7.
Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Vía Crucis; y mi bendición les
acompañará en todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta
bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8.
A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del
demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así
podrán reposar tranquilamente en Mis Brazos.
9. Si la rezan con verdadero
amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas
en Copón viviente, donde Me complaceré en derramar Mi Gracia.
10.
Fijaré la mirada de Mis Ojos sobre aquellas almas que rezan el Via Crucis con
frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11.
Así como Yo fui clavado en la Cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los
que Me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
12.
Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de Mí porque Yo les daré la
gracia de jamás cometer un pecado mortal.
13.
En la hora de la muerte, Yo les consolaré con Mi presencia, e iremos juntos al
Cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida
con el rezo del Vía Crucis.
14. Para estos devotos del Vía
Crucis, Mi Alma será un escudo de protección que siempre les prestará el
auxilio cuando recurran a Mí.
*
Ofrecimiento:
Algunas intenciones por las
que podemos ofrecer este Vía Crucis:
- Por las almas del
purgatorio, en especial de nuestros familiares, amigos, vecinos, hermanos de la
comunidad y nuestros seres queridos, cuyos restos descansan en el Columbario.
-
Por la conversión de nosotros pecadores y para desagraviar los Corazones
Inmaculados de Jesús y María.
– Por las intenciones de la Santísima Virgen María.
– Por las intenciones y necesidades del Papa Benedicto XVI, Emérito y del Papa
Francisco
– Por la santificación de todos los Sacerdotes y por las vocaciones a
la vida consagrada.
- Por agonizantes de este día.
– Por todos los enfermos de
cuerpo y espíritu.
– Por la paz y unidad de nuestras familias y el mundo
entero.
– Por quienes hacen oración por nosotros y esperan oración de nosotros.
como se pueden ganar indulgencias para las benditas almas del purgatorio y como podrían ser aplicadas? Muchas gracias Dios te bendiga abundantemente
ResponderEliminarHay un sacerdote español no recuerdo su nombre decía que si rezas el Santo Rosario con otra persona o en comunidad y rezas el padre nuestro por el papa sacas muchas almas así como por tu cuenta frente al Santísimo rezas el Rosario escuchas la misa y comulgas sacas muchas ánimas
ResponderEliminarGloria a Dios.
ResponderEliminarAmén n amén amén 🙏
ResponderEliminarGrasias grasias por este medio para honrar a nuestro Sr Jesucristo en su viacrusis 🙏🙏🙏🇲🇽🌹
ResponderEliminarQue ermosa oración
ResponderEliminar