Amada Reina y Madre! Que prometiste en Fátima convertir a Rusia y dar paz a la humanidad; en reparación a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, por mis pecados y los pecados del mundo, te prometo solemnemente:
1.- Ofrecer todos mis sacrificios requeridos en mi deber diario.
2. Rezar una parte del Santo Rosario, meditándolo diariamente.
3.- Vestir el Escapulario del carmen en señal de mi consagración.
4.- Dedicarme en cuanto pueda, de manera especial la devoción de los primeros Sábados de mes.
¡Ayúdame Señora a cumplir esta promesa!
(Esta promesa no obliga bajo pecado, pero es una promesa dada a la Madre Celestial, Madre nuestra.)
Un aspecto muy particular de las riquezas de la Virgen, la Madre de Cristo, en su misión carmelita -la que inicio en el Monte Carmelo, en Tierra Santa- es: el estar ligada a un vestido. Este vestido se llama Santo Escapulario. Que nuestra Madre se preocupe de los vestidos de sus hijos es algo hermoso.
La Virgen del Carmen, Madre del Santo Escapulario, nos habla del cuidado maternal, de su preocupación para vestirnos. Vestirnos en el sentido espiritual con la gracia de Dios y ayudarnos a llevar siempre blanco y puro ese vestido. (Juan Pablo II)
No hay comentarios:
Publicar un comentario